Por: Andrea Guzmán
Fuente: CNBC
Durante varios años hemos escuchado una idea que ha retado una de las convenciones más estrictas del mundo laboral: trabajar 4 días (y tener un fin de semana de 3 días) en vez del clásico 5 a 2. Sin embargo, la pandemia por COVID-19 llegó a poner aún más atención a esta conversación e incluso hacer que algunas empresas lo empiecen a implementar. Pero, ¿por qué sucedió esto y qué implicaciones puede tener?
A lo largo del año que va de confinamiento, ha habido varios reportes que indican que gente alrededor del mundo está trabajando más desde casa que cuando iban a la oficina en horarios normales. ¿Cuánto? Ni más ni menos que dos horas más.
Esto tiene que ver con muchos factores como la falta de límites entre la vida laboral y la personal, pero también con el hecho de que hay una preconcepción en la que mucha gente cree que “trabajar más horas implica que eres más productivo”.
Este es justo el pensamiento que aquellos que apoyan el movimiento de la semana de 4 días quieren eliminar del ambiente laboral.
Sumando al tema de la manera en que vemos nuestra vida laboral, Kate Soper, profesora emérita de filosofía en la London Metropolitan University, habla sobre la probabilidad de que haya muchos empleos que vayan poco a poco desapareciendo y siendo sustituidos por nuevas tecnologías. Sin embargo, esto para ella no es algo negativo pues propone que en vez de “lamentar la pérdida de trabajo, deberíamos verlo como una oportunidad para repensar realmente toda nuestra política sobre la prosperidad» y «pasar de una comprensión de la identidad esencialmente basada en el trabajo».
El planteamiento es mucho más social, retando a ver el trabajo como un medio y no como un fin, y llevando la atención de los empleadores y empleados a repensar qué es lo verdaderamente importante, más allá de las horas que pasen conectados a la computadora.
En España, hay un proyecto piloto en el cual el gobierno está apoyando a las empresas para cambiar al esquema de 4 días laborales sin reducción de sueldo. Iñigo Errejón, parte del partido español Mas Pais, apoyó la causa tuiteando: “Hemos acordado con el Gobierno impulsar un proyecto piloto para la reducción de la jornada laboral. Los fondos europeos deben servir también para reorientar la economía hacia la mejora de la salud, cuidar el medioambiente y aumentar la productividad”.
Además de apoyar temas de salud mental, cuestión que también se ha popularizado en Japón por el exceso de trabajo y el estrés de los trabajadores japoneses, esta iniciativa también plantea otro tipo de beneficios. Uno de ellos es económico pues, en este contexto complicado, pagar a una persona por un día menos puede ser más viable que tener que despedir gente a causa de la crisis.
Otro factor es un balance entre la gente que está “sobre-empleada” y aquellos que no tienen trabajo. Es decir, hay quienes desearían tener que trabajar menos pero eso no es sostenible en el sistema laboral actual. Sin embargo, si hubiera un segundo empleado con jornada de 4 días, esto podría significar una reducción de carga de trabajo a la vez que creación de empleos para la economía de los países.
En Microsoft Japón, se condujo un experimento en el cual cerraron sus instalaciones durante los viernes de todo un mes. ¿El resultado? Un crecimiento del 40% en productividad. Según este estándar, trabajar más no implica trabajar mejor.
Ahora bien, habría que evaluar en qué consisten los cuatro días laborales de la jornada de 4 días. ¿Será que la carga del quinto día se transfiere a los otros cuatro? Ante nuestros ojos, para que dicha política rinda el efecto deseado de mejorar la calidad de vida de las personas, debe estar acompañada de otras iniciativas de cultura laboral para que en realidad los cuatro días de trabajo sean más productivos llegando al mismo objetivo.
Independientemente si este formato es el ideal, la buena noticia es que la pandemia ha acelerado estos pensamientos sobre el entorno laboral, y ha puesto sobre la mesa no sólamente distintas opciones, sino el tema central que es cuestionar el cómo venimos trabajando en el mundo. Claramente venimos haciendo algo mal, por lo que ante nuestros ojos este es el inicio acelerado de una revolución cultural. ¿Hasta dónde llegará?
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